EL MAESTRO Y LA ESCUELA PARA REINAGA:
Un debate para la actualidad
La educación, para científicos y educadores, es concebida como transformación; ya no es simplemente un proceso de socialización o de instrucción. Así lo explican las nuevas teorías de la educación y los modelos pedagógicos (problematizador, socio-cognitivo, socio-histórico, pedagogía de la resiliencia, de la ternura, etc.); y en Bolivia así se enseña y educa en los centros de formación superior, como las Normales y Universidades (carreras de Pedagogía y Ciencias de la Educación). Así, actualmente se habla de “Educación para el Desarrollo”. En este nuevo proceso educativo, el maestro de la educación formal, quien es formado en los Institutos Normales Superiores del país desempeña un papel fundamental, porque es actor decisivo en la “Educación de los niños”, por tanto en el fortalecimiento del país.
Explicada la importancia del maestro boliviano (sea mujer u hombre) en el desarrollo y fortalecimiento del país en todos los ámbitos, nos preguntamos si éstos conocen dicho rol social que deben cumplir con total seriedad y compromiso, además de vocación. Y ¿Por qué nos los preguntamos?, porque durante los últimos veinte años solo hemos visto huelgas, marchas y bloqueos por concepto de aumento salarial dentro del magisterio nacional, urbano y rural. No los hemos visto preguntándose por lo que describimos en el párrafo anterior sobre la educación. Recurrimos a la historia y encontramos que las actitudes del magisterio son sintomáticas y no han cambiado, a pesar de que el mundo cambia constantemente. El ser humano ya se comunica mundialmente a través de las computadoras y de las redes informáticas y el magisterio sigue pensando como hace cuarenta años: Bolivia trata de sobrevivir sumida en la pobreza y el magisterio pide, pide y pide al Estado, no ve la realidad nacional, no comprende que la clave para el desarrollo se encuentra en la educación.
¿Y las generaciones nuevas?, me preguntarán. Y les responderé que en los INS (Institutos Normales Superiores) no se ha escrito un opúsculo sobre el papel fundamental de la educación. Los estudiantes normalistas son imagen y semejanza del magisterio; para ingresar hacen huelgas, marchas y bloqueos; para ellos, no existen las respuestas negativas, aunque no hayan cumplido con los requisitos para el ingreso, demandan su incorporación porque todo les parece injusto y corrupto. No pueden aprobar uno de los exámenes más sencillos del sistema de educación superior; a pesar de que asisten a cursos de preparación para dichos exámenes de ingreso. Luego, el gobierno tiene que ceder ante las “justas demandas de la juventud” y terminamos en la masificación de la educación superior. Y cuando los ítems son insuficientes, el magisterio no duda en señalar, con sus manos criminales, al gobierno que les permitió el ingreso a los INS.
Y los estudiantes que ingresaron deben de obedecer al Magisterio y pagarles un aporte “voluntario” sindical, porque hay que contribuir a su propio futuro: el crimen. Estos normalistas jóvenes, se devanan los sesos con resúmenes y ensayos descargados del Internet, que presentan como producción propia, y nunca escriben. ¿Queréis ejemplos?, os invito a revisar los proyectos de innovación pedagógica que presentan estudiantes para graduarse, en ellos comprobarán que la lectura no es hábito de la “juventud normalista”; igualmente las monografías. O, simplemente, lean los trabajos que realizan los estudiantes normalistas de cualquier nivel y verán, horrorizados, cómo son los futuros formadores de las generaciones nuevas. “Busqué en la Normal de La Paz siquiera a 50 hombres justos y no los hallé”, fue una decepción única, porque no hallé hábito de lectura (salvo en la carrera de literatura), menos, de escritura; contemplé, con lágrimas en los ojos, inopia en la carrera de Lenguaje primaria; no había ni un solo pensador en todo el INS Simón Bolívar, no había gente comprometida con el país, sólo vi a futuros huelguistas y mendigos del Estado. Rasgué mis vestiduras y puse mis esperanzas en las normales de Warisata y Santiago de Huata; pero me dieron un revés con su inopia y desidia hacia la educación. No encontré a ningún Avelino Siñani, solo vi a gente cipaya del cholaje y del dinero. Traté de encontrar la diferencia en otro departamento y me fui a Oruro, al INS ubicado en la ciudad y comprobé que el maestro en formación solo cambia en el sentido regional, pero que continua siendo el peor enemigo del país. Lloré por algún tiempo, y al final le declaré la guerra al magisterio y a sus cipayos normalistas; me prometí nunca callar la realidad putrefacta y prostituta de la educación escolarizada, y sólo hallé eco en Fausto Reinaga, fue el único boliviano que denunció a los criminales del magisterio de forma pública y escrita. Reinaga me dio fuerzas en esta lucha que apenas si ha comenzado y que no tendrá tregua, hasta conseguir la sustitución del pensamiento socrático por el pensamiento indio; hasta conseguir que el magisterio cambie sus esquemas mentales, esa es la lucha, no es otra cosa que ese accionar, a través de la educación. No me detendré hasta que en Bolivia India el maestro sea guía, líder, ejemplo a seguir, tutor, sabio y amauta. Porque en la actualidad, el maestro es todo lo contrario: es podre, crimen, prostitución, malicia, pésimo ejemplo e ignorante, semialfabeto inoculador de miseria intelectual en los bolivianos.
Bien, vayamos a uno de los análisis críticos más lucidos que se han vertido en el debate educativo desde la década de los ’60 del siglo XX en nuestro país. Respecto a la función del maestro, de la escuela, y de la educación, Reinaga dice lo siguiente, con sentencia fulgurante:
Escuelas y colegios secundarios con maestros semialfabetos o analfabetos y en huelga permanente; maestros que justifican su existencia a través del estómago y el falo y que viven de rodillas ante el Becerro de Oro. Maestros que asaltan como en las apachetas dineros a los alumnos desde la inscripción hasta el último día del año lectivo con uno y mil pretextos. Maestros sin una gota de moral, ni noción y menos pasión del apostolado que entraña la carrera de un modelador de almas y de un guía. Maestros arrebañados en banderíos políticos, que inoculan en el alumnado con el ejemplo y la palabra doctrinas foráneas de derecha y de izquierda; doctrinas destructoras de la esencia india de esta Patria…
Fausto Reinaga. EL INDIO Y EL CHOLAJE BOLIVIANO. La Paz, 1964. Pp. 202-203.
La escuela fiscal (la escuela del Estado) es un antro de perdición. En la escuela fiscal se respira una atmósfera de miseria, vicio e ignorancia. Maestros y alumnos mordiendo su hambre y derramando andrajo llenan las aulas destartaladas, a veces sin puertas ni ventanas. Directores y profesores a trompadas se quitonean escuelas y aulas. Dentro de la escuela se respira crimen. Los maestros son “maestros” de la mentira, el fraude y el robo.
La escuela privada: es un negocio contante y sonante. El dios que se adora es Pluto, el dios del dinero.
La escuela (privada o fiscal) en Bolivia es una cueva de pecado y crimen. Impera y rige la ley de los vándalos y arpías Teodotas, de Atilas y Celestinas. Despide un vaho de vicio y prostitución, de sangre y delincuencia. En la escuela el niño pierde la inocencia del alma y del cuerpo. La escuela es la escuela del emputecimiento carnal y espiritual.
El maestro, no lee, no estudia, no tiene libros de consulta. Ni revistas pedagógicas. Desconoce el alma del niño boliviano; nadie ha escrito un opúsculo siquiera sobre esta materia; y menos, muchísimo menos, sobre el alma del niño indio. En las Normales se usa y se utiliza mecánicamente, bobárycamente libros y métodos de otros países, sobre todo de Europa, Estados Unidos o Rusia. En los Congresos de maestros se habla con ideas ajenas y lejanas. El “Emilio” de Rousseau o “La conferencia sobre educación” de Makarenko, arrancan aplausos de los maestros que traspiran por todos los poros ignorancia, más ignorancia y siempre ignorancia sobre Bolivia. Ignorancia que trabaja con textos pensados, escritos y publicados en países europeos, como España, Francia, o Argentina, Venezuela, etc.
Fausto Reinaga. LA REVOLUCIÓN INDIA. La Paz, Enero de 1970. Pp. 196-197.
Y, ¿quién modela aquí el alma de los niños? Los maestros. Y ¿cómo son los maestros de Bolivia? Los maestros de este país son una jauría de malhechores. En carne y alma llevan el crimen. El magisterio es un sindicato de asaltantes desalmados. (…) el maestro se ha apoderado del alma del niño boliviano, para hundirla en la delincuencia (…)…El magisterio de Bolivia no trabaja, hace huelga; enseña huelga. A través de los alumnos, a piedra y bomba, siembra el terrorismo. El maestro no estudia; el maestro es una pétrea rutina. La enseñanza que imparte es nada más que ignorancia. Un alumno de 6º de primaria no sabe leer ni escribir; un bachiller que deja la secundaria, tampoco (…) El maestro que destruye a los niños y a los adolescentes, destruye la nacionalidad. La escuela es una plaga cancerosa, ¡por amor de Dios! Hay que cerrarla, y librar de esa plaga a los niños de Bolivia.
La pedagogía acaba de aplicar este sabio principio: “a cada uno según su trabajo”. Cuando el alumno aprende, vence el programa, el maestro recibe la paga. Si el educando no ha aprendido, el maestro no recibe paga. El maestro boliviano, aplica este principio al revés: no trabaja ni enseña; pero cobra sueldo. El Estado se atrasa minutos de tiempo para pagar; furibundo el maestro arroja a los alumnos a la calle, cierra las escuelas y se declara en huelga.
La escuela, el colegio secundario y la universidad privada, no hacen la excepción. La enseñanza privada en este país, es lo más indigno y canalla que se pueda concebir. El colegio alemán, inglés, Israel, francés…son pedazos vivos de sus países de origen. Programas, método, lengua, responden a sus respectivos Ministerios de Educación de allende los mares. Bolivia se halla ausente de estos planteles de enseñanza. Cada colegio o escuela se halla provisto de su respectiva Resolución Ministerial, para esta sui-géneris extraterritorialidad de que disfrutan. El niño boliviano en estos planteles se convierte en judío, alemán, francés, inglés…se diluye y desaparece su personalidad carnal y sanguínea. La enseñanza particular en Bolivia es una escuela de total despersonalización del educando.
Arturo Von Vacano, joven escritor nacional, autor de “Sombra de exilio”, nos da la razón cuando amargamente confiesa: “…El Colegio Alemán me había hecho un extranjero dentro de mi propio país”.
Hay otra página negra en este asunto de la despersonalización. La escuela de la frontera es una escuela asimilada a la enseñanza del respectivo país limítrofe. (…) La escuela de la frontera, es una escuela de ocupación pacífica del territorio nacional.
La escuela en este país se ha convertido en lepra y sífilis de la sociedad. El maestro no educa; busca oro; por eso todo el año hace huelga pidiendo aumento de sueldo. El magisterio nacional es una podre. El maestro quiere “casa, auto y chequera en dólares”, y para conseguir no repara en nada. Gracias al maestro este país es “un páramo intelectual”. Aquí no hay escritores, artistas, científicos. No hay conciencia nacional. Bolivia es su obra. Porque en la escuela es donde se forja la Patria. El maestro boliviano es germen de gangrena; carne emputecida, alma vil. En la escuela se enseña: huelga e ignorancia, corruptela y traición. En la escuela “el arribismo comienza a los seis años”. El maestro, por el lado que se mira, es un traidor a la Patria.
Fausto Reinaga. TESIS INDIA. La Paz, mayo de 1971. Pp. 58-62.
La historia reciente de Bolivia, de los últimos 30 años solo ha confirmado las tesis expuestas por Reinaga. El magisterio continúa siendo todo lo expresado por el gran pensador indio; el aumento salarial nunca será suficiente para ellos, porque como no leen ni ven su realidad no comprenden que el Estado no puede otorgarles más incrementos. Y aunque así lo haga, ellos, despotricarán contra las autoridades, porque nunca será suficiente, ni salario ni bonos. ¿Acaso no ocurrió así este año con el incremento del 7% a su salario?
Y, ¿de qué serviría un incremento del salario al magisterio y la eliminación de déficit de ítems? Serviría para dos cosas negativas: primero, la masificación en los INS se tornaría en incontrolable, por la ambición de “la juventud actual”; segundo, el pensamiento del magisterio criminal no va a cambiar con mayor o menor ingreso monetario a sus bolsillos. En lugar de fortalecer al país lo perjudicaríamos, porque, como dijo Reinaga, Bolivia es producto de su educación, por tanto, del maestro. Si queréis conocer su pensamiento, revisen su propuesta educativa para el II Congreso Nacional de Educación, presentada el año 2003, intitulada PROPUESTA PEDAGÓGICA DE RESISTENCIA, CRÍTICA Y EMANCIPADORA. Encontraréis fines y objetivos aparentemente positivos como: Transformar el sistema educativo para crear una educación que elabore praxis de valores, actitudes y habilidades para facilitar la construcción de una personalidad crítica y solidaria que promueva la equidad y la justicia social. Sin embargo, se quitan la máscara a la hora de determinar los resultados que esperan de la nueva educación formal nacional. Así, una de sus mayores metas, descritas en el documento, se resume en lo siguiente: resultado=docentes bien capacitados y bien pagados.
Eh ahí la verdadera intencionalidad del magisterio, que apuesta por la equidad, la justicia y el antiimperialismo, un magisterio plagado de delincuentes y criminales. ¿Dónde su delincuencia? En su accionar orientado a cómo ganar más dios-dinero, expresado en las escuelas y violentando las almas de nuestros inermes niños. ¿Y el crimen?, consiste en transmitir y enseñar la revolución socrática, el pensamiento socrático, que en resumen es: Dios y muerte, que nos muestra al hombre como el Ser, el Absoluto, el centro del universo. Que nos conduce a un pluralismo que enarbola la inopia y que es totalizante, así como la razón que tanto critican.
El magisterio, en función, como en formación (los normalistas), se reduce al grito de Eurides: “Mi único Dios es mi panza” (Kraus, René. La vida privada y pública de Sócrates. Ed. Sudamericana, 3ª edición, Buenos Aires, 1966; pág. 275).